Xataka
Contenidos contratados por la marca que se menciona.

+info

Lograr una elevado nivel inmersión en videojuegos representa el deseo de todo jugador, pero asociarlo en exclusiva a la realidad virtual es, en cierta medida, un atajo tramposo: estás metiendo la cabeza dentro de un visor para aislar el resto de sentidos; es normal que gane la partida.

Más allá de las virtudes narrativas o la realidad virtual, los desarrolladores no cejan en su esfuerzo por innovar en campos tan dispares como la iluminación o las físicas de los objetos para alcanzar ese codiciado grial. A continuación, vamos a repasar algunas de esas técnicas aplicadas para obtener la máxima inmersión en un videojuego. Spoiler: el hardware con el cual ejecutamos dicho juego, por supuesto, es esencial. Aunque no de la forma que crees.

Trazado de rayos o raytracing:

El raytracing es la reina de las nuevas tecnologías. Porque si la luz define cómo vemos el mundo, el raytracing emula la forma natural en la que se comporta la luz dentro de un videojuego. En lugar de crear cortes bidimensionales, emula los haces de luz y la forma en la que estos rebotan sobre objetos tridimensionales. El rayo incide de forma más o menos natural sobre el modelo, y el color y radiosidad resultante responden a estas reglas físicas.

El “trazado de rayos” ni siquiera puede ser denominado un “motor de iluminación”, ya que forma parte de un gran conjunto de herramientas para interpretar estas reglas. La luz no se comporta igual ni rebota de la misma forma sobre una superficie lisa y seca que una rugosa y húmeda.

inmersión en el juego

Se trata de una tecnología muy difícil de implementar por culpa de la ingente cantidad de datos que deben procesarse en tiempo real. Una capacidad de cálculo a la altura de los mejores procesadores y gráficas del mercado, como la GeForce RTX 2080 Ti o la AMD Radeon RX 5700 XT que podemos montar en los nuevos OMEN de 25 y 30 litros de capacidad.

Sincronización adaptativa

Si estás jugando y empiezas a ver cómo la pantalla se parte en dos, que la imagen produce ciertos tirones o desgarros, no solo desconectarás de la inmersión del juego, sino que sentirás cierta fatiga ocular e incluso mareos. Muchos monitores incorporan un  modo Juego que se limita a reducir el input lag, pero pocas veces rectifica los problemas de tearing y stuttering.

Estos defectos se producen porque la frecuencia de refresco o actualización entre el monitor y los fotogramas a los que corre el videojuego no se corresponden, no van al compás. Evitar esto no es fácil, ya que los juegos no suelen contar con una frecuencia en hercios fija: las cinemáticas van a una velocidad y el gameplay a otra.

¿La solución? Una tasa variable que reconozca estos cambios. Tecnologías como la sincronización vertical o V-Sync y la sincronización gráfica o G-Sync de Nvidia ayudan a ello, solo necesitas el monitor compatible. Y si dispones de una gráfica Nvidia compatible con G-Sync o una AMD compatible con FreeSync, tendrás el problema resuelto.

El monitor OMEN 27i es compatible con G-Sync, FreeSync y Adaptive Sync, además de hacer uso del Deep Learning Super Sampling o DLSS, una tecnología que analiza cada escena para mejorar la imagen a través de aprendizaje profundo. También cuenta con una bajísima latencia de 1 milisegundo y una tasa de refresco de 165 Hz, lo que garantiza una suavidad total en cada tipo de escena, más allá del viejo antialiasing que se limita a reducir los dientes de sierra.

Visión ultra-angular

La mayoría de los videojuegos responden a no más de tres o cuatro puntos de vista: primera persona, diferentes tipos de profundidad de tercera persona (estilo reportero o “cámara al hombro” o más separado) y otros tiros de cámara relacionados con el diseño del juego (cenital, isométrica o scroll horizontal, donde la cámara ejecuta un simple paneo de un lado a otro). Es importante entender esto porque el mundo del videojuego es el hogar perfecto para experimentar con estas reglas.

Igual que sucede con la fotografía o el cine, es habitual ver cómo se fuerzan o deforman los ángulos de visión para crear sensaciones como el vértigo a la velocidad. Muchos juegos de conducción como ‘Forza Horizon’, ‘Need For Speed’ o ‘The Crew’ recurren a difuminar, crear estelas y a esta deformación en la periferia o marcos de la imagen. Un resultado aproximado a lo que capturaría una cámara grabando a esa velocidad: buen enfoque en el centro con visión borrosa alrededor.

Trucos sencillos que juegan con la perspectiva y la profundidad de campo y que buscan transmitir el vértigo de conducir un bólido a 300 km/h. Es por ello que los monitores ultrapanorámicos o soluciones como los monitores curvos ayudan a reforzar esta sensación: cuanto más amplio es el monitor, mejor cubre nuestro horizonte de visión, logrando una inmersión más profunda.  Si nos situamos a unos 65 cm del monitor, 27 pulgadas como las del OMEN 27i son más que suficientes para cuidar este efecto.

La resolución, el requisito fundamental

La cantidad de píxeles en pantalla define la resolución. Junto con la calidad de las texturas, esta es una necesidad tecnológica para sentir mayor o menor inmersión dentro del mundo representado. Pasear por la soleada Los Santos en ‘GTA V’ es mucho menos impresionante a 600 x 400p que usando un Quad HD como el panel del OMEN 27i, con un resolución efectiva de 2.560 x 1.440 píxeles.

A esto debemos sumar los efectos HDR. El HDR, o alto rango dinámico, supone un cambio decisivo en la profundidad de color, saltando de los 8 a los 10 bits. Dicho de forma sencilla, este nuevo estándar está asociado a un mayor espacio lumínico, pudiendo representar más luz y oscuridad dentro de un juego.

Noches más intensas y luces más brillantes, lo que lleva a mostrar una paleta de color mucho más amplia y realista. El monitor OMEN 27i es totalmente compatible con HDR; si el juego lo soporta, podrás sacarle todo el jugo. Este panel cubre el 98% del espectro de color DCI-P3, con 350 nits de brillo y 1000:1 de contraste estático que en contraste dinámico asciende hasta los 100000000:1.

Bokeh, granulado y otros postprocesados

Muchas de las técnicas que hoy se aplican en videojuegos provienen de la pintura —el efecto ojo de pez en pinturas flamencas, por ejemplo—, la escultura o la fotografía. Y la mayoría de videojuegos presentan la opción de quitar o modificar la intensidad de estos filtros: el granulado de ‘Mass Effect’, el bokeh y la aberración cromática en ‘The Division’ o el efecto tilt shift o miniatura en los “modo foto” de juegos como ‘Red Dead Redemption 2’ y ‘Horizon: Zero Dawn’.

Pero otros juegos no presentan esta alternativa, de manera que el rendimiento general se ve comprometido si tu procesador no da la talla. Por esta razón es tan importante que tu procesador, tu gráfica y tu monitor se correspondan con los requisitos límite que marcan los videojuegos, tanto para disfrutar sin trabas como para aprovechar al máximo las virtudes visuales.

El granulado, por ejemplo, transmite cierta suciedad cinematográfica única, y hoy día no podríamos pensar en la saga ‘Mass Effect’ sin esta seña única. Es algo así como la niebla de los ‘Silent Hill’. Distintos recursos —por necesidad o decisión creativa— a los que se suman las sombras dinámicas, que responden de manera distinta según la dirección desde la que apuntamos con una fuente de luz o el filtrado anisotrópico (abreviado AF), por ejemplo, que mejora la calidad de una textura respecto al ángulo desde el cual se ve.

Otros, como el ajuste dinámico de profundidad de campo (dept on field) también dotan de mayor realismo a cada escena, dando mayor énfasis a las partes donde estamos poniendo nuestra mirada, creando un desenfoque gradual sobre aquellas partes donde no estamos mirando, ahorrando cargar píxeles y reduciendo o ampliando el horizonte de visión a conveniencia.

¿Y qué hay del hardware?

inmersión en el juego

A veces ignoramos la relevancia del panel a la hora de hablar de inmersión, pero si tu monitor cuentan con unos marcos gruesos y un diseño tosco lo tendremos más difícil para meternos en la piel de los protagonistas de nuestros videojuegos favoritos.

Es por ello que el OMEN 27i cuida tanto su exterior como su interior. Este panel nano IPS está montado sobre unos marcos mínimos y, además de contar con un soporte regulable en altura e inclinación, puede colgarsena la pared utilizando un soporte VESA 100 x 100 compatible.

La realidad virtual sigue siendo bastante cara en comparación con la libertad que brinda un buen PC con un monitor equipado con la última tecnología.

Y si queremos apostar por la RV tampoco hay inconveniente: con el OMEN 27i no tendremos ningún problema de compatibilidad, ya que a sus tres puertos USB 3.0 se suma un conector de auriculares, un DisplayPort tipo 1.02 y otro HDMI 2.0 para sacar el máximo rendimiento a cualquier tipo de escritorio, incluso si queremos montar un sistema multimonitor.  Tú eliges cómo verlo.

Imagen de cabecera | iStock/SeventyFour