¿Eres de los que siempre juegan online con el micro apagado, que van a su rollo, apostados en una colina sumando headshots con el franco? ¿O eres más de esos organizados, directos a ganar las zonas de batalla? ¿Tal vez eres un «completista» redomado que echaste quinientas horas en ‘The Witcher III’? ¿O quizá todo eso te aburre porque lo tuyo es ir picoteando entre géneros? Está claro: nadie es igual. Este crisol de perfiles lleva siendo estudiado desde los comienzos de la literatura. ¿Has oído hablar del indicador de Myers-Briggs? Inspirado en los trabajos académicos Carl Gustav Jung, este modelo se ha convertido en uno de los test de personalidad más populares. Se fundamenta en ocho dicotomías que se ponderan de mayor a menor: de extraversión a introversión, intuición o sensación, pensamiento crítico o sentimiento (impulso), juicio o percepción. Y, si bien fue desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial, esta ordenación ha sido tan popular que aún hoy se usa en la creación de personajes de rol.
Ocho cerebros, ocho tipologías de jugador
Pero ¿cuántas tipologías de jugadores existen? Ocho. Puede que más, como demuestra este completo e interesante test, al recombinar algunos y recordar que, si en soledad somos buenos, algunos somos mucho mejores jugando en equipo, hallando nuestra media naranja lúdica. Si bien existen taxonomías más exhaustivas y profundas, y teniendo en cuenta que esto no aplica al campo de la ciencia seria, sí es una hoja de ruta válida para ayudar a definir perfiles psicológicos. No olvidemos que es tan importante conocer nuestras virtudes, para potenciarlas, como nuestros defectos, para corregirlos y minimizarlos. En OMEN han tenido a bien desarrollar ese completo quiz sobre personalidades porque quieren conocer de qué manera los hábitos de juego dan forma a nuestra identidad: pruébalo, localiza tu perfil y, de paso, descubre cómo potenciar tus habilidades. Los videojuegos poseen una serie de beneficios intrínsecos que podemos extender a la vida real. Y es que en OMEN creen firmemente que jugar mejora el cerebro. Los juegos pueden reducir tu tiempo de respuesta, agudizar tu pensamiento crítico y ayudarte a superar desafíos de formas imaginativas. Puedes seguir conectado con las personas a las que quieres y experimentar cosas que de otra manera sería imposible.
Tras el análisis de décadas de investigaciones psicológicas, en OMEN además han realizado pruebas alfa, beta y omega del cuestionario que te proponemos realizar. Además de divertirte, puedes comprobar si tu resultado te parece acertado; y recuerda que tu «cerebro de jugador» crece continuamente, por lo que puedes repetir la prueba más adelante para ver cómo has evolucionado.
El Experto
Con cierta tendencia al exceso, el jugador experto es alguien centrado, motivado, imparable. “Pregúntale a Lebron James si le parece un juego”, que diría elxokas. El jugador experto saborea las victorias, celebra la gloria, pero siempre piensa en más, nunca abandona y sabe que perder una batalla es solo un tropiezo hacia el éxito. Un buen shooter o un MOBA son lo suyo. Este usuario mantiene los pies en la tierra, pero siempre con el deseo de acariciar el cielo, mueve masas gracias a su desempeño y su compañero ideal sería el aventurero, el jugador que le ayuda a obtener un equilibrio idílico. Quizá esta es la razón por la que prefiere un portátil como el OMEN 15 frente a un sobremesa. Una configuración perfecta que puede completarse con el monitor secundario OMEN 27i y los auriculares de competición Mindframe Prime.
El Aventurero
El jugador que ignora el viaje rápido, aquel que pasa horas en la plantilla de creación de personaje, cuidando cada parámetro y detalle al máximo porque sabe que pasará días enteros con él (o ella). Le agobian las prisas y le chiflan las secundarias, le encanta embarcarse en rutas alternativas, es decidido, ingenioso e intrépido. Con un número suficiente de pociones —y otros pertrechos que habrá acumulado cuidadosamente— es capaz de enfrentarse a cualquier final boss, por imposible que parezca. Este tipo de jugador ha vivido mil aventuras bajo la puerta de Baldur, en las multitudinarias escabechinas de Warhammer. Y siempre tuvo respuesta para cuando te quedaste atascado en Skyrim, en Boletaria o en la Gran Bretaña del último ‘Assassin’s Creed’. Le va bien jugar con mando, aunque prefiere un buen teclado como el OMEN Sequencer y un ratón de competición como el OMEN Reactor.
El Pícaro
¿Eres un pícaro? Moviéndote en las sombras, los juegos de sigilo son lo tuyo. No celebras los enfrentamientos frontales, sino que optas por completar misiones mediante pensamiento lateral, saltando desde los tejados. Tu ética es lograr tu objetivo, lo que digan los demás, como decía la canción, está de más. Sigiloso, intimidante, si jugaste en ‘WoW’, elegiste un elfo de sangre. Y, si bien te gusta jugar solo porque no te interesa dejar a nadie atrás, el jugador sabio es tu mejor complemento, tu compañero ideal: mientras el cerebro piensa, tus manos ejecutan, tu vigor se lanza en lo que él, bueno, tardará demasiado tiempo en calcular. No en vano existe una tipología de personaje apodada así, herencia en la edad dorada de nuestra literatura.
El Sabio
El Capitán
El capitán no medita, ejecuta. Y las cosas le salen bien. Tiende a llevar el timón de las partidas, es un líder nato, valiente, fiel a los suyos y preparado, tanto para motivar tras una derrota como para impulsar una victoria. Inspira y saca lo mejor de cada uno y no teme asumir sus errores en público. Pero este tipo de jugador siempre necesita un comodín. Cuando un plan perfecto te explota en la cara, ahí es donde entra esa variable, ese as en la manga que eleva los niveles de peligro y te ayuda a reventar la partida. Como suele ser habitual, creciste en los cyber ganando partidas en ‘Counter Strike 1.6’ y sabes cómo cambiar la fuente de alimentación y la gráfica de tu torre. Porque, digan lo que digan, tú siempre optarás por un sobremesa con espacio de sobra para expandir, como los OMEN 25L o 30L.
El Comodín
Este jugador no atiende a unas reglas definidas. No existe una ciencia que delimite sus capacidades, porque ni siquiera él las tiene claras. El jugador comodín es aquel afortunado en la batalla, si bien posee sobrados méritos para lograr un pentakill o un triple cuando menos se lo espera el resto. Porque también es ágil y sabe moverse en distintas tipologías de juegos. A este jugador no le gusta seguir ningún plan: improvisa y disfruta. La memoria muscular hace el resto. Si eres uno de ellos, ya lo sabes: te va la multitarea, así que no es que descuides las cosas, es que puedes hacer unas cuantas a la vez. Las palabras “no hagas eso” ni te intimidan ni te amedrentan obligándote a tomar otra ruta. Tal vez te hayan acusado de distraído, de poco implicado o “agente del caos”. Pero todos saben, en su fuero interno, que sin ti no van a ganar, o al menos no con tanta diferencia. Al fin y al cabo, nada más peligroso y evolutivo que el fuego.
El Genio
Una delgada línea separa la razón de la locura, la sapiencia del sinsentido, la brecha entre ser audaz o ser pedante. El genio las ve venir, porque es paciente, preciso hasta un punto felino. De actitud gélida, calcula los posibles resultados, las variables a cada elección tomada. Un Doctor Extraño que se lo pasa de maravilla en ‘Mass Effect’: aunque al final olvide el nombre de algún personaje, no olvidará las consecuencias de sus acciones. Eso sí, al genio no le gusta aceptar órdenes, aunque saborea el placer de darlas cuando el capitán no está. Y, cómo no, el compañero perfecto de este cerebro, de este perfil de jugador, es la musa, alguien con más carisma para pulir las aristas de su frialdad. Sí, tal vez a un Slytherin lo que siempre le hizo falta fue tener a su lado a un Hufflepuff. El azúcar como medicina mental.
La Musa
Y cerramos con esa persona carismática, inspiradora, alguien que suelta una frase sin contexto y rompe las tensiones con carcajadas a uno y otro lado del combate. Todos hemos conocido a alguien así, y menos mal. ¿Eres tú? Entonces eres la persona que escogiste jugar con D.va en ‘Overwatch’ en vez de con Mercy. Y es así porque también eres letal. Los escuadrones se rifan tenerte en su equipo, iluminando el camino cuando peor van las cosas. Sí, una vez te pusiste a cantar en un mid game cuando todos estaban concentrados, pero tu forma de jugar, más artística y delicada, no entiende de los corsés matemáticos de tus otros compañeros. Y tal vez eso te lleve a ser menos competitiva, pero no por ello menos talentosa.